REPRODUCTOR DE RADIO STUDIO RSM INTERNACIONAL

RETO

(Esta poesía le encantaba a mi padre y la recitaba a voz de cuello)

Si porque a tus plantas ruedo,
como un ilota rendido,
y una mirada te pido
con temor, casi con miedo;

si porque ante tí me quedo
estático de emoción,
piensas que mi corazón
se va en mi pecho a romper
y que por siempre he de ser
esclavo de mi pasión;

¡te equivocas, te equivocas!,
fresco y fragante capullo,
yo quebrantaré tu orgullo
como el minero las rocas.

Si a la lucha me provocas,
dispuesto estoy a luchar;
tú eres espuma, yo mar
que en sus cóleras confía;
me haces llorar; pero un día
yo también te haré llorar.

Y entonces, cuando rendida
ofrezcas toda tu vida
perdón pidiendo a mis pies,
como mi cólera es
infinita en sus excesos,

¿sabes lo que haría en esos
momentos de indignación?

¡Arrancarte el corazón

para comérmelo a besos!

Julio Flores,
Poeta colombiano

LA CUESTA DE ENERO y un TRUCO para solventar la dificultad económica



Tomado de la revista
UNADICCION
¿Cuál es el truco?

Los trucos para engañar las dificultades económicas son muchos.
Existen tantos como personas hay en el mundo…

Cada quien tiene el suyo personal. 
Voy a contar una experiencia de tantas que he escuchado a lo largo de mi corta existencia.

Primera experiencia. 
Muy joven en la vida laboral, hacia mis 15 añitos, trabajaba como cajera de un supermercado.  Hablando con las cajeras más experimentadas, escuchaba historias de terror económico.  En ese entonces, yo no tenía ninguno, pues vivía en casa de mis padres y estudiaba al mismo tiempo que trabajaba.  Ganaba mi propio dinerito, para solventar mis pequeños gastos personales, y no para mantener una familia, como mis compañeras cajeras lo hacían.

Una de ellas comentó que acostumbraba “enterrar” billetes por toda la casa.  Eso me pareció descabellado, pero me limité a escuchar. ("en boca cerrada no entran moscas" o lo que es lo mismo: "no te peines con cajeta porque te siguen las moscas")

Explicó que era su forma de ahorrar y engañarse a sí misma para no gastar todo su salario.
Escondía billetes, no muy grandes, pero tampoco muy pequeños, en lugares estratégicos y bien conocidos por ella para no perder de vista su fortuna escondida.

En el cajón de las braguitas, al fondo, dentro de una que casi no utilizaba pues le parecía muy atrevida, envolvía los billetes en ella.

Otro lugar estratégico, era el cajón de las medicinas.  Dentro de una cajita de medicamento para las almorranas, ja!  Nadie en casa quería acercarse a ese producto.

En la cocina, como es bien conocido, existen lugares que las madres y las abuelas hay hecho legendarios: el bote del azúcar o el de la harina, o un bote cualquiera sobre la estufa…
Mi compañera había elegido para esconder sus billetes, el libro de recetas para preparar la carne de la caza.  No conozco a muchas personas que les guste el sabor de la carne de los animales de caza.
Es un sabor muy fuerte!  Así que, entre la página 100 y 101 dejaba un billete “ahorrado”


4º En la sala, es decir, en la biblioteca de la sala.  Ahí también había qué elegir el libro que nadie iba a abrir y que pasarían de largo…
Eligió un libro bastante grueso y como se ve en las películas, cortó un gran rectángulo al interior, para que los billetes pudieran acumularse y ahí guardó una pequeña fortuna.

Nos contó que todo eso le funcionaba de maravilla pues a la hora de dificultades económicas iba a uno de esos sitios y tenía el dinero listo para afrontarla.

Un día que necesitó rápidamente una cantidad importante de dinero, recordó el escondite del libro con el rectángulo ahuecado.  Corrió a buscarlo, y cuál no sería su sorpresa que la cantidad de dinero que ella había depositado, había rendido frutos…. ¡Había el doble de billetes!

Levantó la vista al cielo y casi gritó “GRACIAS DIOS MIO” cuando se dio cuenta que tenía en su mano el gran libro ahuecado y que no era otro que
LA BIBLIA.  Entonces pensó que era un milagro.
Garabateó cuatro letras de agradecimiento y se fue.

Pensando en restituir el dinero al “buen Dios” que le había hecho el milagro, regresó con un billete para ahorrarlo en el gran libro ahuecado.  Encontró un pequeño pedazo de papel, también garabateado que decía: “Niña: el dinero que te dejé aquí, era para que te compraras una alcancía y otra Biblia porque no me has dejado leer completo “Proverbios”. Firmaba “la abuela”
Creyó que nadie en casa leía ese libro tan grande y tan pesado…

Así que, tomé ejemplo de ella y desde entonces, escondo dinero de mi misma. Tengo también lugares estratégicos para no perder los billetes. No son cantidades importantes, pero llegado el momento… ¡¡ah!!  ¡Cómo sirven!

Que paciencia la suya de tomarse el tiempo de leerme…
Gracias!

Si quieres, puedes dejar tu historia de cómo enfrentas las situaciones económicas difíciles. Hazlo aquí en comentarios...