Tomado de la revista
UNADICCION
¿Cuál es el truco?
Los trucos para
engañar las dificultades económicas son muchos.
Existen tantos
como personas hay en el mundo…
Cada quien tiene
el suyo personal.
Voy a contar una experiencia de tantas que he escuchado a lo largo de mi corta existencia.
Primera experiencia.
Muy joven en la
vida laboral, hacia mis 15 añitos, trabajaba como cajera de un
supermercado. Hablando con las cajeras
más experimentadas, escuchaba historias de terror económico. En ese entonces, yo no tenía ninguno, pues
vivía en casa de mis padres y estudiaba al mismo tiempo que trabajaba. Ganaba mi propio dinerito, para solventar mis
pequeños gastos personales, y no para mantener una familia, como mis compañeras
cajeras lo hacían.
Una de ellas
comentó que acostumbraba “enterrar” billetes por toda la casa. Eso me pareció descabellado, pero me limité a
escuchar. ("en boca cerrada no entran moscas" o lo que es lo mismo: "no te peines
con cajeta porque te siguen las moscas")
Explicó que era
su forma de ahorrar y engañarse a sí misma para no gastar todo su salario.
Escondía billetes,
no muy grandes, pero tampoco muy pequeños, en lugares estratégicos y bien
conocidos por ella para no perder de vista su fortuna escondida.
1º
En el cajón de
las braguitas, al fondo, dentro de una que casi no utilizaba pues le parecía
muy atrevida, envolvía los billetes en
ella.
2º
Otro lugar
estratégico, era el cajón de las medicinas.
Dentro de una cajita de medicamento para las almorranas, ja! Nadie en casa quería acercarse a ese producto.
3º
En la cocina,
como es bien conocido, existen lugares que las madres y las abuelas hay hecho
legendarios: el bote del azúcar o el de la harina, o un bote cualquiera sobre
la estufa…
Mi compañera
había elegido para esconder sus billetes, el libro de recetas para preparar la
carne de la caza. No conozco a muchas
personas que les guste el sabor de la carne de los animales de caza.
Es un sabor muy
fuerte! Así que, entre la página 100 y
101 dejaba un billete “ahorrado”
4º En la sala, es
decir, en la biblioteca de la sala. Ahí también
había qué elegir el libro que nadie iba a abrir y que pasarían de largo…
Eligió un libro
bastante grueso y como se ve en las películas, cortó un gran rectángulo al
interior, para que los billetes pudieran acumularse y ahí guardó una pequeña
fortuna.
Nos contó que
todo eso le funcionaba de maravilla pues a la hora de dificultades económicas
iba a uno de esos sitios y tenía el dinero listo para afrontarla.
Un día que
necesitó rápidamente una cantidad importante de dinero, recordó el escondite
del libro con el rectángulo ahuecado. Corrió
a buscarlo, y cuál no sería su sorpresa que la cantidad de dinero que ella
había depositado, había rendido frutos…. ¡Había el doble de billetes!
Levantó la vista
al cielo y casi gritó “GRACIAS DIOS MIO” cuando se dio cuenta que tenía en su
mano el gran libro ahuecado y que no era otro que
LA BIBLIA. Entonces pensó que era un milagro.
Garabateó cuatro
letras de agradecimiento y se fue.
Pensando en
restituir el dinero al “buen Dios” que le había hecho el milagro, regresó con
un billete para ahorrarlo en el gran libro ahuecado. Encontró un pequeño pedazo de papel, también
garabateado que decía: “Niña: el dinero que te dejé aquí, era para que te
compraras una alcancía y otra Biblia porque no me has dejado leer completo “Proverbios”. Firmaba “la abuela”
Creyó que nadie
en casa leía ese libro tan grande y tan pesado…
Así que, tomé
ejemplo de ella y desde entonces, escondo dinero de mi misma. Tengo también
lugares estratégicos para no perder los billetes. No son cantidades
importantes, pero llegado el momento… ¡¡ah!! ¡Cómo sirven!
Que paciencia la
suya de tomarse el tiempo de leerme…
Gracias!
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